Editorial

Las consecuencias de perder los estribos

En Guatemala el manejo de las emociones por parte de los habitantes, que viven en un constante estrés, y donde los problemas personas, tales como deudas, escasez económica, entre otros, hacen que los ciudadanos muchas veces no puedan tener un adecuado control de sí mismos y al momento de presión reaccionen de forma violenta.

Y al explotar en una situación que no podemos manejar, hace que como ya dijo se reaccione de una forma inadecuada y se tomen decisiones a la ligera, sin medir los resultados finales.

Eso ocurrió ayer cuando un grupo de alumnos, tanto hombres como mujeres, decidieron ocupar las dos vías de la calzada San Juan en la 33 avenida de la zona 7, para expresar su descontento en contra del director del plantel y solicitar su destitución.

El bloqueo por cierto no les cayó bien a los pilotos de todo tipo de vehículos, pues como todos en la capital, andamos con tiempo contado y eso nos obliga a muchas veces correr para llegar a nuestros centros de trabajo, a una cita de negocios o legal, en fin a muchas cosas, y toparse con una manifestación en la ruta, y sin alternativas para poder buscar vías alternas para salir del embudo, hace que el calor se suba y las emocione negativas nos traicionen.

Eso le pasó al piloto de un carro, tenía prisa por llegar a su destino, se desesperó y perdió el control, en un arranque de locura temporal, decidió pasar a la fuerza y no midió las consecuencias, ya que embistió al numeroso grupo de estudiantes, y atropelló a varios.

En su alocada carrera, no solo atropelló a los jóvenes, sino que varios de ellos quedaron atrapados debajo del carro, y el conductor para tratar de huir, tras lo que había hecho, no se dio cuenta de que tenía jóvenes entre las llantas aceleró y hasta quemó llantas, hasta que escapó.

El saldo, 11 estudiantes lesionados, varios de ellos con heridas graves. El conductor, al ver lo que había hecho abandonó el carro a varias cuadras del lugar, y escapó.

La lección que nos deja este hecho, es que vivimos en un mundo acelerado, en el cual sino tenemos el manejo adecuado de las emociones corremos el riesgo de cometer imprudencias, que nos pueden llevar a prisión.

 

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