Notas curiosas

¿Cómo compagino las relaciones intimas con el día a día?

Aplazar las relaciones sexuales para momentos más propicios puede ser más perjudicial para una pareja que la rutina en sí. La consecuencia de esta procrastinación es que se espacian mucho porque el momento óptimo no siempre es fácil de conseguir”, afirma Carme Sánchez Martín, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto de Urología Serrate&Ribal, en Barcelona.

También ocurre que si las relaciones sexuales son más escasas, las expectativas suelen ser más altas y la frustración está asegurada. Si solo tienes relaciones sexuales una vez al mes y ese encuentro no es la bomba, tu memoria registrará un cien por cien de malas experiencias y te predispondrá negativamente para la próxima vez. En cambio, si tienes cuatro y una no va del todo bien, tu cerebro recordará que las relaciones sexuales son mayoritariamente positivas y la tendencia será a repetir pronto. ¿La frecuencia de las relaciones sexuales aumenta cuanto más se practica? Si son de calidad y satisfactorias, sí.

Sánchez Martín cuenta que comprar entradas sexuales es una estrategia que receta en la consulta “para prevenir la procrastinación de las relaciones sexuales. Del mismo modo que no podemos cancelar fácilmente la asistencia a un concierto cuando hace meses que hemos comprado las entradas, aunque estemos resfriados o hayamos tenido un mal día en el trabajo, tampoco lo tendríamos que hacer si hemos previsto tener relaciones sexuales con nuestra pareja”.

Así que, tal y como aconseja la sexóloga, “de manera mental, tenemos que comprar entradas sexuales que no podamos devolver, aunque nieve, llueva o haga sol. No es preciso que tu pareja sepa que las has comprado, y casi es mejor que no se lo hagas saber. Si generalmente él o ella ya suele tener ganas, la probabilidad de que acepte es grande y el factor sorpresa seguro que le gustará”.

¿Quiénes posponen más los encuentros en las parejas estables?

Pues aunque en el imaginario colectivo se cree que son las mujeres las que posponen más las relaciones sexuales, Sánchez Martín reconoce que en consulta se encuentra de todo. “Parece que a la mayoría de las mujeres les afecta más la instauración de rutinas en las conductas y, sobre todo, que no exista el ‘sexo de pasillo’. Para alimentar el deseo en nuestra pareja, pero también en nosotras mismas, hay que favorecer las muestras eróticas y de cariño durante todo el día y en cualquier lugar y momento. Pueden ser caricias, besos, abrazos y otros ejemplos que se nos ocurran; sin olvidar los mensajes picantes, las notas subidas de tono y también otros detalles diarios que sabemos que pueden hacer que esa persona se sienta bien. Es una cuestión de probabilidad: cuantas más muestras haya antes, más posibilidades de que nuestra pareja reaccione ante nuestro deseo después”.

La respuesta a ‘No tengo tiempo para el sexo’

Para el sexo se necesita tiempo, así que hay que reservarlo. Habitualmente, llenamos el poco tiempo de ocio con una larga lista de compromisos y no incluimos las relaciones erótico-sexuales. Al inicio de la pareja quizá no sea necesario porque con el deseo impulsivo ya es suficiente, pero cuando se pasa a la siguiente fase es importante tener presente la necesidad de reservar tiempo para ello.

La sexóloga hace la siguiente reflexión al respecto: “Algunas parejas se muestran extrañadas ante mi rotunda expresión de ‘agendar el sexo’ porque creen que eso le resta espontaneidad. Aunque creo que la espontaneidad está, en general, sobrevalorada, también les comento que no se trata de quedar en la cama para tener relaciones sexuales a las 23:25 horas como si de tomar una píldora se tratara, sino de pensar en la posibilidad de tenerlas mediante fantasías preparatorias y organizando el calentamiento sexual con alguna estrategia que sabes que a la otra parte le gustará”.

Si esto lo ponen en práctica ambos miembros de la pareja, como mínimo una vez a la semana, se aseguran dos relaciones sexuales, pero solo preparando una y siendo la otra una sorpresa.

‘Excusas’ o razones

Hay momentos en una relación larga en los que el deseo sexual puede descender en uno de los miembros o, a veces, en los dos, por diferentes motivos (un pico de trabajo, una enfermedad, la crianza de los hijos, los conflictos familiares, etc.). Comunicarse e intentar minimizar entre los dos los efectos negativos en la relación de pareja y, sobre todo, en la parte erótica, ayudará mucho a que el malestar en un área no traspase al resto.

También los conflictos larvados de la convivencia pueden pasar factura: no compartir de manera equitativa las tareas de casa, que uno de los dos organice el tiempo común de ocio de manera tiránica, o no tener en cuenta al otro miembro en decisiones vitales podrían ser situaciones que generan un gran malestar. No resolverlas predispone a un distanciamiento emocional que se acaba metiendo en la cama.

Sánchez Martín recuerda el caso de una pareja a la que recetó la compra de un lavaplatos para solucionar su falta de relaciones sexuales. “Todo comenzaba con la discusión después de cenar sobre el momento ideal para fregar los platos. Ella era partidaria de dejarlos para la mañana siguiente y ver un rato la tele, mientras que él prefería lavarlos al momento porque no soportaba el fregadero lleno de platos sucios cuando se levantaba temprano. La discusión se alargaba diariamente y les provocaba irse a dormir enfadados, con excepción de las noches que cenaban fuera porque no había platos que lavar. Lo curioso es que, hasta después de unas sesiones de terapia, ellos no se dieron cuenta de que casi cada día repetían el mismo patrón”.

A menudo las obligaciones cotidianas, que son más urgentes, dejan poco tiempo para disfrutar de una sexualidad consciente. Además, las parejas organizan con todo detalle los momentos de ocio de los fines de semana y de las vacaciones, pero no piensan en incorporar una franja de tiempo para el sexo. “Son capaces de hacer una planificación exhaustiva de todo lo que visitarán durante un viaje, pero no piensan en dejar una mañana, una tarde o una noche para divertirse en la habitación del hotel, bautizando el ‘polvo’ con el nombre de la ciudad”.

Posiblemente, considera la experta del Instituto de Urología Serrate&Ribal, el objetivo no es tener más deseo ni más relaciones sexuales como prioridad, sino encontrar actividades sensuales y sexuales con las cuales lo pasemos bien con nuestra pareja. A veces solo hay que retroceder un poco en el tiempo para que las parejas en consulta se den cuenta de que han dejado de practicar algunos entrenamientos sexuales que les gustaban o advertirles de que quizá necesiten renovar el catálogo de juegos y de juguetes.

Claves para reactivar las relaciones sexuales

Respecto a las estrategias más concretas que se pueden utilizar, Sánchez Martín dice que son variadas y dependen de cada persona y del momento vital en que se encuentre. No obstante, cita dos consejos fundamentales:

  1. Reservar tiempo para el erotismo y la sexualidad, tanto en solitario como en pareja.
  2. Comunicarse activamente sobre sexo con la pareja. Es habitual que las parejas hablen poco de sexualidad entre ellas, incluso las que manifiestan tener una buena comunicación en general. No suelen explicar sus preferencias sexuales al otro por pudor o porque temen herir sus sentimientos. Pero no hablar de ello facilita los “presupuestos sexuales”, es decir, presuponer día tras día lo que le apetece al otro y cómo lo quiere, provocando a medio plazo una falta de consonancia entre los dos y situaciones confusas que menguan el deseo sexual.

    Ahora bien, estas conversaciones sexuales no se han de tener nunca durante la relación sexual, porque rompen el erotismo del momento. Han de producirse antes o después, y preferentemente fuera de la cama.

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