La muerte acecha en las calles
El abogado José Manuel Andrino Rodríguez, fue asesinado en el interior de su vehículo en un sector de la zona 11 de la ciudad capital. De acuerdo con varias versiones, el profesional del derecho habría disparado en defensa propia contra un presunto asaltante, que habría pretendido robarle, segándole la vida.
Sin embargo, inmediatamente fue perseguido por varios hombres, se supone cómplices del fallecido y aun no identificado de entre 25 y 30 años, quienes le dispararon en repetidas ocasiones hasta cerciorarse de que el abogado había dejado de existir.
Nuevamente, la violencia enluta a Guatemala y las posibilidades de que este crimen permanezca impune, son escasas por no decir nulas. Este caso resulta ilustrativo de la guerra invisible que se libra todos los días en contra de una despiadada delincuencia que no conforme con privar de sus posesiones a los guatemaltecos trabajadores y honrados, arrasa con las vidas de ciudadanos útiles cuyo único crimen fue oponerse a un asalto.
La muerte parece acechar en las calles y los guatemaltecos viven permanentemente con el terror de sufrir un asalto de fatales consecuencias ante la ausencia de las autoridades encargadas de proveer seguridad y ante un estado incapaz de garantizar la vida a sus ciudadanos que diariamente, conviven con el temor de salir de sus casas sin saber si volverán como consecuencia de esta violenta locura que parece no tener fin.
Resulta indispensable que el Estado guatemalteco combata con decisión la delincuencia común, atendiendo las circunstancias que la motivan fortaleciendo el sistema de justicia en todas sus instancias y generando condiciones que permitan el desarrollo de los jóvenes y no que propicien el desenfreno de la violencia armada invocando a la pobreza y la exclusión pero sin perseguir efectivamente a los responsables de tanto asesinato cotidiano que enluta diariamente a tanta familia.
Aunque frenar la violencia armada, producto de la delincuencia común, es una labor sumamente difícil de acometer, como consecuencia de la gran cantidad de armas ilegales que circulan en el territorio nacional, es necesario que las fuerzas de seguridad cuenten con mayores recursos, para reforzar el combate a estos grupor. Pero que paralelamente se asignen más recursos del Estado a la prevención del crimen, específicamente en la población juvenil de Guatemala, que suplica por un país en paz, libre de balas asesinas que producen diariamente mucho dolor a los ciudadanos, quienes ya estamos cansados de enterrar a nuestros familiares por esta causa. ¡Basta ya!