Editorial

La guerra invisible

A pesar de que hace más de dos décadas finalizó formalmente el conflicto armado interno en nuestro país, a diario se registran hechos violentos que producen similares efectos a los tiempos vividos por la población durante los años más duros de la guerra que se padeció en esa época.

El miedo y la zozobra que sufren los pilotos del servicio urbano y extraurbano del transporte colectivo, proviene de las acciones perpetradas por agrupaciones al margen de la ley, las cuales se encuentran perfectamente organizadas y decididas a lograr sus propósitos, sin ningún respeto por la vida, ya que actúan desafiando la ley, la tranquilidad y el respeto a la vida que debe existir en un Estado de derecho.

A pesar de las espeluznantes cifras de muerte que producen las acciones delincuenciales de las pandillas, sobre los ojos de la población guatemalteca permanece puesta una venda que no permite que se vean los orígenes y consecuencias del desenfreno de la violencia. Para que las autoridades encaren efectivamente la problemática que acarrea la violencia de las pandillas, es preciso que actúen reconociendo la existencia de un conflicto armado interno que a diario cobra vidas en el territorio nacional.

Es indispensable que las autoridades comprendan la gravedad de la situación que atraviesa el país en términos de gobernabilidad y que actúen atacando, tanto las raíces de la violencia como la falta de oportunidades y el abandono crónico en que vive la población menos favorecida, pero que también enfrenten con valentía a las pandillas hasta que se recobre el clima de paz que todos los guatemaltecos anhelamos.

 

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