Editorial

El miedo a viajar en bus

Para los millones de guatemaltecos, de todas las edades, constituye todo un reto el abordar una camioneta del servicio urbano de pasajeros, y de los microbuses que prestan sus servicios para las áreas denominadas rojas, la mayoría de ellas ubicadas en la periferia de la capital.

El temor de los usuarios se debe a que no saben en qué momento van a ser víctimas de un asalto, o bien, que la unidad sea objeto de ataque a balazos por parte de los “arrastrados” servidores de los extorsionistas que, creyéndose muy hombres, disparan en contra de personas indefensas que su único delito es utilizar ese medio de transporte para llegar a sus viviendas, dirigirse a sus puestos de trabajo, o bien a realizar alguna encomienda o trámite.

Estas acciones ya rayan en la barbarie, y las autoridades no las deberían de calificar como simples hechos de grupos dedicados a la extorsión, algunos que operan por cuenta propia y otros vinculados a las denominadas maras, sino verlos como actos de terrorismo, que a la postre eso es lo que son y que, en los tribunales, cuando capturen a los responsables, sean vistos como tales, y sean llevados a proceso por terrorismo.

Y fácil es deducirlo, porque lo que logran es sembrar el terror. Anoche, estos esbirros del mal, en un nuevo acto de cobardes, dispararon en contra de un microbús que se dirigía lleno de pasajeros hacia la zona 18.

Al final hubo tres personas muertas y cuatro heridas de bala. Esto no puede seguir ocurriendo, ya que la vida de los guatemaltecos honrados vale oro, para que estas lacras, que no merecen llamarse seres humanos, con total desfachatez vengan e impunemente arrebaten la vida a ciudadanos de alto valor para la patria.

Es necesario que los señores diputados presenten iniciativas de ley que busquen calificar este tipo de ataques a los buses urbanos, e incluso los asaltos a mano armada en estas unidades, como actos deliberados de terrorismo, y los que sean hallados culpables, sean condenados a las penas más altas, y sean confinados en solitario en las prisiones del país.

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