Editorial

Está de nuevo tras las rejas

Ayer, luego de varios meses de labor de inteligencia civil, las autoridades lograron la ubicación de uno de los cabecillas de la conocida y temida “Rueda del Barrio 18”, cuya cúpula se encuentra presa en la cárcel de máxima seguridad “El Infiernito”, en Escuintla.

El ahora detenido meses atrás había logrado escapar de la también prisión de máxima seguridad de Fraijanes. Se trata, nada más y nada menos, que de Andy Santana García Vásquez, de 25 años, apodado “el Andy” o “el Fantasma”, este último alias debido a la habilidad que tenía para disfrazarse, tanto de mujer como de anciano (a), para poder aproximarse a sus víctimas y asesinarlas.

Además, tenía el talento no solo para camuflarse, sino que desaparecía al cometer un delito, lo que dificultaba ser capturado por los agentes. Sin embargo, ayer, un fuerte contingente de las Fuerzas Especiales de la Policía Nacional Civil (PNC) lo ubicaron en su casa, en la colonia Santa Marta Dos, Chinautla, donde finalmente lo recapturaron. Junto a él cayó su lugarteniente, Josué David Diéguez Cutzal.

Lo irónico es que mientras muchas familias pasan necesidades, este delincuente vivía con lujos, con aparatos caros, ropa de marca y joyas de oro. Pero lo más lamentable es que se escapó de una prisión considerada de alta seguridad. Ahora vuelve a la cárcel, lo deben ubicar en una celda que sea inexpugnable, donde no tenga contacto con ningún otro reo.

Así deberían de colocarlo, pero por las leyes en Guatemala estos esbirros pueden darse el lujo de pagar abogados, que sin escrúpulos los defienden y evitan que sean encerrados en lugares donde ni siquiera les dé el sol.

Lo más fuerte es que las autoridades deben resolver las interrogantes, de ¿cómo logró evadirse?, ¿quién o quiénes le ayudaron para escapar? Y, lo más importante, ¿en qué fecha escapó? Lógicamente, sus cómplices en prisión lo sabían, ya que cuando requisaron la cárcel dijeron que estaban muertos, lo cual era falso.

Por eso, a este tipo de personas se les debe colocar en celdas seguras, y que los jueces les apliquen todo el peso de la ley, por los delitos que han cometido, siempre y cuando el Ministerio Público logre probarlo.

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