Editorial

Una retoma violenta

Más de 30 horas esperaron las autoridades del Ministerio de Gobernación para ordenar a sus fuerzas élite el retomar el control del Centro Juvenil de Privación de Libertad para Varones Etapa 2, la cual es nada más y nada menos que una cárcel para jóvenes que han cometido delitos graves. De estos, la mayoría de pandilleros demostraron su alto nivel de violencia, ya que no solo se amotinaron, sino tuvieron la capacidad de tomar rehenes, siete en total, cuando iniciaron la revuelta el pasado domingo, y de ese hecho hay tres monitores muertos, dos ese día, y uno ayer, quien tras su liberación fue llevado en estado grave al hospital, donde falleció a su ingreso.

Esto deja una amarga lección para las autoridades, y es que estos “angelitos” que muchas veces defienden a capa y espada las instituciones de los Derechos Humanos, y hasta los señores diputados del Congreso, ayer demostraron de lo que son capaces. Y, por lo tanto, no deben de ser tratados como quienes requieren ayuda. Se les debe tratar como lo que son, criminales de alta peligrosidad.

Muchos de los que estaban en correccional ya tienen la mayoría de edad, pero como los señores jueces de menores, en su afán de “consentirlos”, los tratan como a niños y los mantienen en ese lugar de reclusión. Solo hay que imaginar qué le puede pasar a un joven que cae por azar del destino en ese lugar, y no tiene la maldad que emanan esas lacras que ya llevan tiempo encerrados.

Lo ocurrido en este penal juvenil solo debe servir para poner, como ya lo hemos dicho otras veces, “las barbas en remojo”, porque estos sujetos requieren de mano dura y no presencia de delegados de Derechos Humanos, que solo de estorbo sirven. Y para demostrar lo anterior, al cierre de esta edición, pandilleros del “Barrio 18” que se encuentran en libertad, como represalia, iniciaron una serie de ataques en contra de la Policía Nacional Civil (PNC), en varios puntos de la capital, porque las autoridades no accedieron a las absurdas demandas de sus compinches presos, y como saldo de sus ataques dejaron cinco agentes heridos y uno asesinado a tiros.

Estos señores no son “angelitos” y ha quedado demostrado, son delincuentes, y ya no deben ser protegidos por leyes absurdas, que solo les permiten actuar con total impunidad.

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