Estos no son adolescentes
Lo ocurrido ayer en el Centro Juvenil de Privación de Libertad para Varones Etapa Dos, ubicado en San José Pinula, más conocido como correccional, ya no es una protesta de “angelitos”, sino de un grupo de mareros adultos que se amotinaron, con razón o no, pero que al cierre de la edición habían matado a dos monitores y mantenían de rehenes a otros cinco.
Es necesario dejar claro, que no estamos a favor del uso de la fuerza, ni que se maltrate a los adolescentes en conflicto con la ley, sin embargo, lo que se encuentran en Etapa Dos, no son niños, ni adolescentes, son adultos, el único error de los jueces es mantenerlos en ese lugar, cuando deberían trasladarlos a una cárcel para adultos. Las cosas se salieron de control, porque los altos jefes de la Policía Nacional Civil (PNC), esperaron mucho tiempo para dar la orden y que los antimotines actuaran, y retomaran el control, esto puede ser un mal ejemplo para los presos que se encuentran cárceles para adultos, que podrían tomar las mismas acciones y las cosas se le pueden salir de las manos a las autoridades del Sistema Penitenciario.
Es cierto, que como seres humanos, los presos tienen ciertos derechos, pero no pueden exigir que se les escuche asesinando. Es urgente que los jueces de menores, analicen cada caso y los adultos con condenas largas, los lleven a los penales de adultos, para evitar que sigan aprovechándose de los menores que están en estos correccionales.
Acceder a una de las peticiones de los pandilleros, que es trasladar a un grupo del “Barrio 18” que está en las Gaviotas, otro correccional, es darles las armas para que se fortalezcan y se produzca una matanza en la cárcel juvenil, ya que se enfrentarían con sus rivales, esto no debe pasar. Es urgente que las Fuerzas Especiales de la PNC retomen el control de inmediato y rescaten a los monitores, cuya vida peligra a manos de los mareros, acostumbrados a matar y descuartizar. Ahora corresponde al Ministerio Público (MP) el establecer la responsabilidad de los “menores” y lo pongo entre comillas, porque ya no lo son, y llevarlos ante los tribunales de justicia, para que los juzguen como adultos.