Atrapados en la necesidad de una vivienda digna
Uno de los dramas que viven miles de guatemaltecos es la falta de una vivienda digna, esta situación afecta a los más pobres, grupo que, por cierto, lo engrosan ya muchas familias de la llamada clase media.
La crisis económica que atraviesa el país, la falta de empleo, los pocos incentivos para acceder a un crédito bancario, así como la no existencia de programas de gobierno para atender esta situación, hace que para 2016 el año cerrara con 1.6 millones de familias sin casa propia y sin un techo digno donde vivir.
La situación es real, aunque el Gobierno lo niegue, se puede ver en las personas que ante la falta de un lugar donde vivir, y el no contar con un ingreso, se han visto obligados en la necesidad de invadir terrenos, muchas veces privados o de las municipalidades.
Hemos sido testigos del desalojo de varios grupos familiares que estaban en lugares que no eran de ellos y, por lo tanto, los dueños tramitaron la orden desalojo, y los sacaron de esos terrenos. Ayer, por ejemplo, tuvo lugar otro desalojo, en la capital y en Mixco, donde al oponerse los habitantes la fuerza pública tuvo que actuar, y se capturó a tres líderes de los invasores.
Esto solo demuestra el palpable deterioro que hay en Guatemala, y la apatía de las autoridades por resolver este problema, que está bien enraizado. El Gobierno no tiene políticas bien definidas para hacer frente a la crisis habitacional.
Los diputados se encuentran en la mira, pues ahora en lugar de trabajar en beneficio de la población se están preocupando más por quitarse de encima la serie de antejuicios que están siendo planteados ante los tribunales. Por lo cual se les insta tanto al Ejecutivo como al Legislativo a buscar urgentemente una solución a la crisis habitacional, y que pueda permitir a todas las personas acceder a una vivienda digna.
Que los congresistas dejen de emitir leyes tipo maquillaje, solo para decir que trabajan y quedar bien con algunos sectores que solo buscan su beneficio, y se centren en buscar el bienestar de la población que los eligió, porque más derecho tiene un niño y un anciano de contar con un lugar donde vivir, que otras especies.