Editorial

La paciencia tiene un límite

Todos hemos escuchado constantemente la palabra “paciencia”, y hemos recurrido a muchas personas o diccionarios para conocer su significado, y se describe como la capacidad que posee un sujeto para tolerar, atravesar o soportar una determinada situación sin experimentar nerviosismo ni perder la calma. Sin embargo, hemos escuchado decir que la paciencia tiene un límite y así lo indica el poeta, escritor y político del siglo XVIII, Edmund Burke, quien es considerado el padre del liberalismo-conservadurismo británico: “Hay un momento límite en la que la paciencia deja de ser una virtud”.

Las cosas van muy mal en nuestra bella Guatemala, y no solo hablo a nivel capital, sino a nivel república, en donde los niveles de violencia e inseguridad han llegado ya a límites insospechados, en donde los habitantes viven en constante temor, y tienen miedo de salir de sus casas en horas del día, ya no digamos en horas de la noche. Pero, al parecer, el constante acoso de extorsionistas, sicarios, ladrones, mareros, secuestradores y todo tipo de delincuentes empieza a exacerbar la paciencia y la tolerancia a soportar estas situaciones por parte de la población, al parecer ya están colando la paciencia de los ciudadanos, que en un afán de poner freno a estos hechos están tomando la justicia por sus propias manos, lo cual a todas luces no es bueno.

Pero la inseguridad y la libertad con la que actúan los sicarios que, como siempre se ha dicho en este espacio, son simples lacras de la sociedad, andan asesinando a personas trabajadoras, por el simple hecho de que no pagan la cuota extorsiva que exigen. De nuevo, ayer en la capital, dos extorsionistas se salvaron de morir cuando una turba los seguía por las calles de la zona 9, luego que el hombre no pudo matar a un piloto cuando este se negó a recibir un celular. Y un motoladrón fue asesinado a tiros, en la zona 13. En la zona 2, recientemente fue linchado un extorsionista. Qué nos quiere decir esto, que la población ya no cree en sus autoridades que tienen la obligación de velar porque haya seguridad, y prefieren organizarse y hacerle frente a los delincuentes. Lo cual no es bueno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *