Editorial

Una amarga lección

Lo ocurrido ayer sobre la 6a. avenida y 2a. calle de la zona 9 capitalina, es una de las lecciones más duras que la vida nos puede dar a los padres de familia. Hoy se llora la muerte de un bebé, cuya existencia fue cortada por los errores de los adultos. Este pequeño, de nombre Henry Enmanuel Morales Colo, de 2 años y 9 meses, era llevado por sus padres Manuel Morales Vega, de 22, y su madre Blanca Lidia Colo Patzán, de 20, en una motocicleta, la cual era conducida por el jefe del grupo familiar, ya que tenían este vehículo como medio de transporte.

El infortunio los acompañó ayer y fueron embestidos por un camión que transportaba ripio en su carrocería, y aunque hubiera querido el piloto detener la marcha de forma inmediata, no lo hubiera logrado, por el peso que significaba la carga. El resultado trágico fue el fallecimiento del pequeño. La lección es dura para esta familia, que no solo se envuelven en el luto, sino que tienen una pérdida irreparable, que les va a costar mucho superar. La mamá del infante deberá recibir asistencia psicológica, ya que el impacto de lo ocurrido le afectó profundamente, al extremo que se aferraba al cadáver del pequeño, creyendo que aún estaba vivo. Claro está, el piloto del camión, como ya se ha vuelto costumbre en este tipo de hechos, ni lerdo ni perezoso salió de la cabina de vehículo y escapó, lo cual agrava su situación, porque al ser ubicado y capturado tendrá más problemas.

El caso acá es que, todos los padres de familia que tienen una motocicleta como su medio de transporte, deben tomar este lamentable caso como una lección de vida y, sobre todo los hombres, debemos entender que nuestros hijos son joyas que Dios nos ha prestado y, por lo tanto, estamos obligados a cuidarlos. Por lo que se les hace un llamado a no transportar en las motocicletas a sus esposas con sus hijos, por favor, cuídenlos.Ahora bien, la otra parte de culpa la tienen las autoridades, que como siempre se hacen los ciegos y no aplican la ley, deben sancionar a los conductores que la infrinjan, en este caso los motociclistas que se empecinan en arriesgar a sus esposas e hijos llevándolos en motos. Esto aplica cuando los adultos acostumbran a ir con tres o cuatro en estos vehículos de dos ruedas.

 

 

 

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