Editorial

Vivimos inmersos en la danza de la muerte

La danza de la muerte que se vive en Guatemala, que hace que los ciudadanos nos mantengamos en alerta, y siempre andemos con la camisa levantada, por las calles, tal pareciera que el anuncio de retirar de las calles al Ejército, ha envalentonado a los delincuentes de todo tipo. Estos saben que la Policía Nacional Civil (PNC) no les van a entrar de lleno, ya que si un policía golpea o debe usar su arma para defender a un ciudadano, o de mala pata lo asesina, los que primero brincan son los organismos de derechos humanos, que de oficio pareciera que defienden a las lacras de la sociedad.

El incremento en los hechos violentos pareciera confirmar estas sospechas, pues solo en esta semana han sido asesinados, en menos de 72 horas, siete pilotos y ayudantes del servicio colectivo, sin contar el pasajero que murió al ser alcanzado por balas perdidas disparadas por un sicario. Ayer, nos enterábamos del aparecimiento de dos cuerpos de un hombre y de una adolescente, por no decir, una quinceañera desmembrada, a quienes por supuesto antes de ser sometidos al vejamen de ser descuartizados, como si fueran unas reses, los asesinos los torturaron.

Pero también se debe reconocer que las autoridades han desmantelado, capturado y llevado a las cárceles, ya hacinadas de por sí, a grupos de personas vinculadas con las maras. Pero estos grupos, cual plagas, se han vuelto incontenibles y se manejan de tal manera, que ninguna autoridad ha podido copar a los verdaderos impulsores de estas organizaciones delictivas, pues en tanto 5 o 10 van a prisión, los puestos que dejan son ocupados por otros, y como ya se ha dicho en otras ocasiones es la de no acabar. Es urgente que todos como sociedad nos involucremos para rescatar a los niños y jóvenes que se encuentran en estos grupos, y se prevenga que más pequeños puedan ser atraídos por ellos, se llamen maras, crimen organizado, delincuencia común, y es deber de los padres de familia tomar cartas en el asunto, porque es el hogar donde se sientan las bases de la educación de los hijos. Si no queremos verlos en malos pasos disciplinémoslos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *