Como si nadie pone atención
Hoy tenemos que comentar la triste nota sobre la muerte de una niña de siete años, Linda Fabiola Batz Tuy, quien ayer murió en el sofá donde descansaba en su casa, en Boca del Monte, Villa Canales, Guatemala, la cual fue pasto de las llamas luego que un sicario disparara en contra de la misma, y los juegos pirotécnicos que allí se almacenaban explotaran causando la tragedia.
Aquí no se va a analizar la insensatez de los esbirros estos, cuyos fieles “culebras” (como se les dice en el caló popular a aquellos que les gusta arrastrarse para quedar bien con sus jefes, o ante alguien que les interesa para ganarse su confianza, aunque con sus actos hagan daño) de los extorsionistas, uno de los cuales nos referimos en la mencionada nota, que al ver frustrada su intención de asesinar a su objetivo, disparó en contra el portón de la vivienda donde se encontraba la niña. El resultado fue funesto, porque a quien iba a asesinar logró salir y ponerse a salvo, pero la niña no lo logró.
Esa es otra situación que merece su análisis en otro momento, pero lo que hay que ver ahora es lo que se ha venido hablando hasta la saciedad, en torno a la imprudencia de tener almacenados cohetes, bombas y todo tipo de artefactos explosivos pirotécnicos en los cuartos de las viviendas, pues se puede producir una tragedia.
Por favor señores que comercian con estos productos, es necesario que aprendan a manipularlos y que comprendan de una vez por todas que, al usar los domicilios como bodegas, lo único que están haciendo es firmar su sentencia de muerte, más si están lidiando con “alimañas” como los extorsionistas, quienes no tienen sentimientos y que poco les importa crear luto en una familia.
Es menester de la autoridades a que obliguen a todas las personas que manipulan pólvora y elaboran estos artefactos explosivos a que se registren, no para cobrarles impuestos innecesarios, sino para llevar un control de dónde están estos lugares, y ser revisados de forma periódica para evitar se den este tipo de hechos lamentables, pues ayer un hogar más está de duelo, tan solo por no acatar las mínimas normas de seguridad en cuanto al manejo de los juegos pirotécnicos. Por favor, la vida de nuestros seres queridos vale oro, por lo tanto, no escatimemos esfuerzos para cuidarla.