Muere quien descubrió el Templo VI de Tikal
Aquella mañana de abril de 1963, Antonio Ortiz Contreras se dirigía en un vehículo de doble tracción de Tikal a la ciudad de Flores. Su vehículo se quedó atascado y al caminar un tramo por la selva, observó una protuberancia que sobresalía en la montaña muy distinta a las demás. Le sorprendió ver algunas paredes cubiertas de árboles y quedó perplejo al percatarse que se trataba de uno de los templos mayas que hasta ese momento era totalmente desconocido.
Este fabuloso hallazgo es uno de los más significativos aportes que efectuó Antonio Ortiz Contreras, para coadyuvar en la decodificación del complejo misterio de la civilización maya. Descubrir un templo al corazón de la espesa selva de Tikal, era algo así como encontrarse con la cueva de Alí Babá, repleta de oro y diamantes.
Por ello su muerte a causado conmoción dentro de un amplio sector de la comunidad regional, pero de manera especial dentro del contexto turístico. Desde muy joven concentró su visión en el progreso ascendente del flujo de visitantes como un medio para favorecer a la comunidad petenera.
Don Antonio, como lo conocían, fue estrecho colaborador de la Universidad de Pensilvania en el proyecto de la restauración de la ciudad prehispánica de Tikal. El conocido arqueólogo Edwin Shook, que llegó a Petén durante el inicio de la década de los 50, lo tomó como su asistente, su brazo derecho, y le dio la potestad para seleccionar a todo un equipo de trabajo que se encargaría de restaurar las pirámides y el gran complejo de módulos arquitectónicos.
Su labor
En el caso del Templo VI o de las Inscripciones, descubierto por Ortiz Contreras, dio lugar a un aporte especial para concatenar los distintos fragmentos que hoy conforman la historia de Tikal. En el respaldo de este edificio los arqueólogos detectaron una extensa franja con 128 jeroglíficos que permitieron detectar fechas de acontecimientos ocurridos durante el gobierno de YaxkinCaanChac.
Años después y siempre como integrante del equipo técnico del arqueólogo Shoock, Ortiz hizo otro importante descubrimiento, la estela 22 que aún permanece de pie en uno de los edificios del Grupo Q. Este monumento tiene en alto relieve la efigie del dios del maíz, un personaje mitológico y de gran relevancia para estructurar la historia del sitio maya más importante del país.