La población ya está cansada

Los ataques a los pilotos y ayudantes del servicio urbano de buses y microbuses urbanos y extraurbanos a nivel nacional, empieza a colmar la paciencia de los guatemaltecos, que ven con impotencia cómo los sicarios al servicio de las maras siguen atentando contra la vida de personas trabajadoras.

En lo que va de esta semana, aquí en la capital se han producido dos ataques a prestadores de servicio hacia la zona 18, en Llano Largo y colonias circunvecinas, dejando muerte y dolor en estos hechos a todas luces cobardes. La noche del jueves pasado se produjo el segundo ataque en dos días, y esto colmó la paciencia de un grupo de compañeros de las víctimas, que decidieron buscar a los delincuentes, los ubicaron y lincharon al que presuntamente disparó, a los otros cómplices les dieron una paliza. Lo fuerte de este hecho de violencia es que se desarrolló en el parqueo de la subestación de la Policía Nacional Civil (PNC) de Santa Luisa, Chinautla. La duda surge, ya que habían pocos agentes en ese lugar, que no pudieron impedir el linchamiento, la turba ingresó y los sacó, pues paralelamente habían disturbios en la calzada José Milla y Vidaurre, donde ocurrió el atentado contra los pilotos.

Ayer, de nuevo los esbirros al servicio de los extorsionistas llegaron al bulevar Los Próceres a tratar de cumplir su misión, entregar un celular a un piloto de un bus extraurbano, uno de ellos aprovechó que el vehículo detuvo la marcha para que descendieran los pasajeros. Este momento fue aprovechado por uno de los individuos para subir al bus y tratar de cumplir con su cometido. Lo que no esperaba fue la reacción de un pasajero que, harto de tanto acoso a las unidades, desenfundó su arma, lo que hizo que el malandrín saliera corriendo para salvar su vida. Pero el viajero armado se bajó del bus, corrió al delincuente, le disparó y al verlo caer se le acercó y lo remató. Luego regresó a la camioneta, la cual siguió su marcha hacia La Terminal, en la zona 9. La desesperación empieza a hacer mella en los ciudadanos, quienes se ven impotentes ante tanta violencia y, sin más ni más, empiezan a tomar la justicia en sus propias manos. Lo cual es triste y lamentable, porque a su vez es una situación que se puede salir de control, y generar más violencia.

 

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