Deben ubicarlos y capturarlos, ya no más terror

Los espeluznantes hallazgos de restos humanos, que en 24 horas han sido dejados en diversos puntos de la capital y en otro municipio, solo demuestran dos cosas.

Una, el nivel de terror con que los criminales raptan a sus presas y las asesinan de forma brutal (descuartizándolas). Para luego, con total impunidad y sin el menor temor, transportar las partes humanas en diversos vehículos, sin que nadie pueda impedirlo.

Y dos, hacen sus fechorías y recorren la ciudad a altas horas de la noche, pues saben que la mayoría de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) brillan por su ausencia, ya que se encuentran descansando en sus sedes, en lugar de rondar a pie, en autopatrullas  o  en motocicletas, las zonas consideradas rojas.

Lo ocurrido anteayer y ayer constituye un claro reto a la autoridad, pues no es posible que los uniformados ni se den cuenta y les lleguen a dejar restos humanos cerca de una subestación de la PNC. Esto solo demuestra que las autoridades han bajado sus niveles de alerta y se pueden convertir en blanco fácil para la delincuencia, tanto común como organizada.

Si bien es cierto que junto a la cabeza de una mujer abandonada ayer, había un mensaje manuscrito en un papel, en el cual lanzaban una amenaza en contra de los vendedores del mercado de la colonia Alameda Dos, en la zona 18, para que paguen la extorsión o que se arriesguen a correr la misma suerte de la occisa desmembrada.

También es verdad que es responsabilidad del Ministerio de Gobernación diseñar planes para proteger a los comerciantes, tanto de mercados como dueños de tiendas, quienes son amedrentados por esos vándalos, pero lo más importante es que ubiquen a los reos que se fugaron de Fraijanes I, ya que desde cuando se evadieron de esa prisión, los casos de desmembramiento de personas, delincuentes o no, se han incrementado. Esto quiere decir que una vez no se pruebe que están muertos dichos fugados, deben ser ubicados y capturados.

Que los agentes de la PNC no tengan temor de usar sus armas de fuego al enfrentarse con las clicas de las maras “Salvatrucha” y “Barrio 18”, porque han dejado de ser simples pandillas para convertirse en grupo de delincuentes peligrosos, sin el más mínimo respeto a la vida.

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