El mal solo lleva al mal
Hay hechos que nos ponen en qué pensar. Las circunstancias que los rodean, pueden sembrar la duda y la desconfianza. Pero se debe ser cauto para no afectar la honorabilidad de una persona.
Ayer, en la zona 6, ocurrió uno de estos sucesos. Un hombre fue asesinado a balazos cuando caminaba por un sector residencial del Proyecto 4-4. Según la historia contada por sus familiares, la víctima se dedicaba a vender dulces en los autobuses urbanos y aprovechaba para predicar la palabra de Dios a los pasajeros.
Cualquiera podría decir a primera vista que se trataba de una persona que no le hacía mal a nadie y que se ganaba el pan de cada día con el esfuerzo y sudor de su trabajo, como vendedor ambulante.
Pero aquí es donde viene lo extraño. Cuando caminaba en la zona 6, un vehículo se le acercó, se estacionó y de él salió un pistolero que le dio seguimiento por unos metros, le disparó en la cabeza y luego corrió al carro para salir huyendo con sus cómplices. El delito está consumado y, por supuesto, es a todas luces criticable el hecho. Sin embargo, ¿no es extraño que lo identificaran antes de darle muerte? La forma en que se dan las acciones, pareciera indicar que lo buscaban y, si al final fue asesinado, seguro las autoridades sopesan si se trató de una venganza por algún acto anterior. Ahora la víctima solía caminar con la Biblia bajo el brazo, pero qué pudo haber hecho antes de seguir los caminos del cristianismo, eso solo lo averiguarán las autoridades tras sus investigaciones.
Por ello es que si se quiere vivir en paz, nuestro comportamiento debe ser ejemplar y pacífico. De lo contrario, lo más seguro es que nos metamos en problemas y terminemos mal, pues el mal no lleva a otro destino que el mismo mal.