La venganza paga mal
Medio en serio, medio en broma, decía “El Chavo del Ocho”, la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena. Y, quizás, le faltó decir que no lleva a nadie por el buen camino.
Ayer, en busca de desquitarse, un joven terminó vapuleado y apresado. Intentando vengar el asesinato de su hermano, el hombre se hizo de una arma de fuego, una moto y fue a localizar al victimario de su familiar. La operación fue fructífera. Se acercó a la presa, quien se encontraba con otra persona, les disparó a ambos y se dispuso a escapar.
Para su infortunio, la motocicleta le falló apenas unos metros después de iniciar la fuga. Y para colmo de sus males, pero para bien de la sociedad, unos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) se encontraban cerca del lugar e iniciaron su persecución.
La agitada acción sirvió para demostrar que entre la población civil y las fuerzas de seguridad ciudadana se puede hacer un buen trabajo para frenar la delincuencia.
En plena corrida, aunque el homicida aún llevaba el arma en la mano, un grupo de vecinos le hizo frente, le bloqueó el paso y le aplicaron la ley con su propia mano. No se llegó a consecuencias lamentables, pero sí le dieron una dura paliza, para luego entregarlo a los agentes policiacos que lo perseguían.
Dos lecciones importantes salen de este suceso real y anecdótico. Uno, que no se deben buscar venganzas personales y debe dejarse todo en manos de la justicia, aunque el dolor de perder a un ser querido es comprensible y duro. Lo otro, la denuncia o el apoyo a la autoridad da eficiencia y efectividad a las acciones que se hagan a favor de erradicar la violencia y la delincuencia.