Entre albas sombrías

Ayer, una joven mujer fue asesinada en Boca del Monte. La foto del esposo confirma aquella frase de los malos de corazón que esconden su alba sombría. Algo de ese dolor se derrama, algo nos dice que las cosas se parecen a un desarreglo. Es decir, la enfermedad de todos los valores, la insensatez como un jinete del apocalipsis.

Demasiado dolor para aceptarlo, para transcribir las minucias de lo que se va, de lo que se aleja ahora que ese hombre joven quedará viudo y a cargo de dos menores. Y la historia se repite y asemeja una rueda de chicago, sube y baja entre la vida y la muerte. Esa es la cotidianidad de la mayoría de habitantes del área metropolitana de Guatemala.

A cualquier hora, la nota roja alimenta el drama de aquella gente mal herida por la vida que se ensaña contra inocentes y personas trabajadoras. Y no hablamos de seres desharrapados o macilentos, sino de adolescentes que nada respetan y algo de sus agravios e historia personal se derrama en calles y avenidas. Los niños o adolescentes sicarios poseen una inocencia demente fruto de las ruinas en que hemos convertido la existencia.

Como sea, un anecdotario de crímenes alimenta el imaginario de los pobladores, pero esos enormes títulos de los periódicos no simbolizan más que el cuadro de un enorme fracaso de ese mundo afuera que sigue doliéndonos a todos.

Así, quede aquí el homenaje a esa vendedora de jugos, que en su sacrificio radica su mejor virtud: luchar contra la adversidad, aunque la vida le fuera en juego. Ahora, su pasado será un álbum de fotografías y habrá existencia mientras sus hijos corran y rían felices.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *