El pueblo juzgue y demande justicia

En el imaginario popular, desde hace mucho tiempo, la actividad política es considerada “sucia”. A ella se dedican siempre, según esa extendida opinión, personas con valores morales extremadamente livianos y acomodaticios, a tal punto que entran a esa ocupación para enriquecerse sin mucho esfuerzo.

El nuevo caso presentado ayer por el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, que derivó en 25 capturas en 56 allanamientos, aquella visión negativa y repulsiva de la política parece encontrar plena justificación.

La red criminal construida a través de un partido político legalmente inscrito, el Partido Patriota, y comandada por Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti Elías resulta un ejemplo absolutamente claro de hasta dónde pudo llegar la perversión del sistema político guatemalteco.

Lo que hicieron ayer el MP y la Cicig fue mostrarnos, con pelos y señales, con contundencia documental, cómo esa hiedra corruptora fue penetrando en áreas vitales de la institucionalidad pública y contaminando otras, como entidades bancarias, medios de comunicación social y empresas diversas.

Con este caso, Pérez Molina acumula tres procesos penales, en tanto que Baldetti llega a cuatro.

Pero el esfuerzo debe ir más allá y evitar que esos tentáculos de la política continúen devastando los pocos recursos con que cuenta el Estado para combatir los enormes flagelos de nuestra sociedad, en temas tales como educación, salud y seguridad.

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